sábado, 9 de febrero de 2013
Hace ya algunos años que cerró, más de los que el corazón me deja admitir.
Incluso antes de esta malparida Crisis que todo marchita, sus puertas se cerraron para siempre.
Era una pequeña Academia de barrio donde, a principios de los 90, nos "Extra/escolarizaban" con la mejor intención nuestros padres. Inglés, mecanografía, apoyo y lo que se terciase. Allí pasó una buena parte de mi vida, unos días que hoy se antojan dorados.
Mi profesora, una nativa londinense de español indescifrable a lo Michael Robinson, me confundió, por vaivenes del destino y coincidencías de genealogía, con el hijo de alguno de los dueños. Error que, pese a mis pocos años, picaramente no tuve prisa en enmendar. Eso hizo que mi estancia por allí se dulcificase aún más y de cara a mis compañeros gozase de un halo de misterio que me resultó tremendamente divertido explotar. No me malinterpreteis. Nunca les engañé, ni les mentí, simplemente les dejé creer lo que ellos de antemano creían saber ya. Ellos contentos y yo también.
Recuerdo a Raúl y a Luis Antonio, a Ruth y a Mayra... Recuerdo el acre olor a tabaco sobre la tapicería desgastada del autobús que nos llevaba a examinarnos a la Sociedad Matritense de Amigos del País cada año. Aquellas escaleras antiguas llenas de engastes de madera, sacadas de alguna venta quijotesca y por supuesto las grises aulas a lo Cuentame donde nos hacían los tests. También las bolsas de Papa Delta a 15 ptas que comíamos antes de entrar. Inolvidables esas escaleras del portal de al lado que ocupabamos todos los martes y jueves antes de comenzar las clases. Como cada viernes mensual que nos tocaba clase, amagabamos con hacer pellas para finalmente sucumbir a la película Speak Up que hubieran elegido. También delante de aquella puerta y ventanucas metálicas fue mi primera pelea en firme. Un duro mano a mano a cuenta de egos pre-adolescentes, batalla que por cierto perdí de largo.
Será por esas cosas o por las decenas que he renunciado a enumerar para no aplastaros con mis nostalgias. Sea por lo que sea, no puedo pasar cerca de la plaza donde estaba y no pasearme por delante de aquella puerta. En ocasiones me desvio con mucho de mi ruta para, con cualquier pretexto, caer de bruces delante de el cartel de "Se Alquila". Es un placer oscuro y culpable pues solo consigue anudar mi garganta con el presente asesino de aquel local lleno de mis recuerdos. También reconozco que me suelo ir sonriendo de cada visita que confirma que aún sigue allí para mí.
12 Comments:
Muy buenos recuerdos Maeglin!!!
¿Que es lo que nos hace el tiempo? lo que nos parecía horrible, con el tiempo se vuelve distinto.
Llevo tiempo pensando con nostalgia en mi niñez y algo saldrá de mis pensamientos :)
Un beso
Ya sabes Reina que nosotros coloreamos y rellenamos nuestros recuerdos con lo mejor que pasó o hubieramos querido que pasase. De ahí el cualquier tiempo pasado nos parece mejor.
creo que de los recuerdos se hace lo que somos, gracias por compartir algo tan íntimo
besos,
La verdad es que recordamos cualquier cosa del pasado con la sonrisa. En mi opinión es más por lo mucho que nos gustaría volver a tener todo el futuro por delante que porque realmente fueran momentos tan maravillosos.
Quizás lo fueran y simplemente no los supimos valorar, pero personalmente creo que tantos buenos hay ahora como antes y tampoco los sabemos valorar. Antes estábamos siempre pensando en lo bueno que estaba por venir y ahora empezamos a pensar demasiado en lo bueno que ya pasó...
Bonita entrada en cualquier caso, Maeglin. Hoy no me viene a la cabeza ninguna recomendación ;)
Tienes el espíritu de Chris Peterson. Si me paro a pensar cuánto a cambiado mi barriada, que ya no queda sitio para hogueras de San Juan.
Gracias a tí, por invertir tus minutos en leerlo, Maslama.
Tempus Fugit Natsnoc. ¿Hoy no? Pues mira a ver que se te ocurre de aqui al viernes porque el fin de semana tiramos para Valencia y seguro que nos puedes indicar un par de tesoros.
Kei me falta Vomitón, pero me temo que lo de PeterPanesco ya no se quita ni con aguarrás.
Muy bueno este post con ventanita al pasado.
Quien no recuerda es como si no hubiera vivido.
Recuerdo esas gigantescas (o eso me parecían) máquinas de escribir en las que los dedos se quedaban atrapados entre sus teclas...
Saludos!
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