martes, 15 de abril de 2014
Desde
las ventanas de aquella sala de espera, apenas podía discernir los infinitos
aviones en tierra a través del granizo. Solo las aerolíneas orientales, de
colores más chillones y arabescos más pronunciados, se adivinaban tras aquel
desapacible telón de agua y viento. Asemejaba la escena un cuadro de Claude
Monet. El arrítmico repiqueteo de piedras heladas contra el cristal, parecía
querer telegrafiar un mensaje urgente a los que en esa sala desesperábamos por
despegar y seguir con las historias que manteníamos en pausa. Sus pequeños
golpes mecanografiando un mail
atmosférico, con el cielo como remitente y la providencia en el asunto. Un subconsciente morse lleno de puntos y
rayas, buscando dueño en aquel cubículo de pasos y miradas perdidas. Sin duda
la soledad, el hastío y la interminable espera estaban detrás de tan
sofisticadas elucubraciones.
Mi
drama era aquella voz interior, gemela a la mía, que me acosaba desde que
imprimí los billetes. Al principio, cuando el viaje todavía parecía lejano, era
un rumor levemente irritante dentro de mí. Ahora, tras ver mi vuelo retrasado
por enésima vez en el panel de salidas, ametrallaba inmisericorde. “Sé lo
que estás pensando. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué irse? Sal corriendo. Vuelve a casa. Nadie te reprochará nada. Es injusto. Vuelve,
vuelve, vuelve…”
La sien palpitaba y comenzaba a invadirme un vértigo
malsano. “Decididamente, el mundo de lo dudoso es un paisaje marino e
inspira al hombre presunciones de naufragio”, Ortega y Gasset dixit. Dudas
que amenazaban, no ya con hacerme naufragar, sino con ahogarme bajo las olas de
mi ansiedad.
Ocupada en implicar a unos y engatusar a otros, había
dejado a una persona por convencer en el camino. No importa lo buenos que
fuesen mis argumentos para la gente que me rodeaba, no parecían bastar a mis
fantasmas interiores. ¿Y si ellos conocieran algo que invalidara toda mi
argamasa de cálculos y buenas intenciones, con los que pretendía ganarlos a mi
causa?
- ¡Eh! ¡Claudia! ¡Aquí, Claudia!
Aquella voz no salía de dentro de mi cabeza. Era
imposible, pero sin embargo allí estaba Anderson, plantado delante de mí,
vestido con el uniforme amarillo de los operarios auxiliares del aeropuerto y
muy sonriente.
- ¡Qué sorpresa! ¿Desde cuándo trabajas por aquí?
- Ya sabes, de interino por días y a ratos. Me alegro de
haber llegado a tempo. Bendito temporal. Me tengo que ir, solo tengo
veinte minutos para lanchar. Te he traído un presente de despedida -me
ofrecía una carta-. Pero recuerda leerla sólo cuando estés dentro del
avión. Boa sorte menina.
Nos abrazamos fuerte y, casi tan pronto como dobló la
esquina del pasillo en aquella sala de espera, me puse a abrir la carta que me
había entregado. Tenía una certeza arrogante de qué se trataba, y necesitaba algo
que me liberara de mis voces interiores, por lo que no me sentí mal al no
esperar a subir al vuelo para hacerlo. Pero lo que encontré escrito en aquellas
líneas no era el tipo de carta de amor que esperaba.
“Querida Claudia,
Si todo va bien, leerás esta carta de camino a una nueva
vida a miles de kilómetros de aquí. No será fácil pero lo conseguirás, estás
hecha de la mejor madera que puede encontrarse en este mundo. Lo sé, lo he
visto y vivido en todos estos años que he tenido el privilegio de estar a tu
lado. Te he visto crecer buscando tu camino, creer en él y perseverar. Eres la
mujer a la que no me canso de admirar.
Aún hoy, cuando faltan las luces en este todo oscuro, tú
nos iluminas con tu valentía y sacrificio. Nunca como hasta ahora me ha avasallado
tu generosidad y espíritu. Ningún día como el presente te has hecho gigante al
cargar sobre tus hombros un peso tan adulto. Anderson me contó la verdad acerca
de este viaje hace días, cómo luchas por nosotros por encima de todo. Me
propuso escribir esta carta para hacértela llegar el día que partieses a
Alemania y que supieras que todo nuestro amor y orgullo van contigo, mi
valiente Claudia.
Con tu ejemplo, he aprendido en decirle no al miedo y al
desánimo. Me levantaré y buscaré las fuerzas para sonreír por ti. Has
emocionado mi corazón con todo lo bueno que una hija puede regalarle a un
padre. Ahora te pido un único favor, vayas donde vayas y hagas lo que hagas se
feliz por mí.
Te
quiere.
Papá”
Leí la carta tres veces más antes de volverla a guardar
en su sobre. Cerré los ojos y escuché
dentro de mí. Ni rastro de aquel mortificante ronroneo ni de las dudas que lo
alimentaban. Solo el recuerdo vivificante de las risas de mis hermanas
alrededor de mis padres. Al abrirlos de nuevo, un haz de luz procedente del
exterior se colaba por la cristalera de la sala. El granizo había cesado y el
sol comenzaba a resquebrajar las nubes negras del temporal. Me volví sonriente
al panel de vuelos.
DEPARTURES
|
DESTINATION
|
GATE
|
STATUS
|
MJC0706
|
LONDON
(LHR)
|
--------
|
DELAYED
|
CLG0211
|
PARIS
(CDG)
|
--------
|
DELAYED
|
MAG2403
|
BERLIN
(TXL)
|
--5-5--
|
BOARDING
|
JEV2601
|
ROME
(FCO)
|
--------
|
DELAYED
|
3 Comments:
Nunca me había parado mucho a pensar en la gente que se va a buscar trabajo a otros países, aunque siempre me ha parecido que renunciar a estar cerca de la familia debe ser duro, cuantos y cuantas se verían reflejados en tu relato, el cual me parece un gran ejercicio de empatía.
Sonja mil gracias por leer.
Primero decirte que me ha encantada el relato, en su forma y contenido
Mi hermana se fue hace 21 años a trabajar a suiza, tenía 20 años y mucho miedo, vivió 12 años allí y aunque ha vuelto la eche de menos, no había internet ni what's ap.
A veces miramos a la gente marchar y no pensamos en lo duro que es tomar esa decisión. Lo has clavao ..
Me gustó y la carta final, cuando tu padre se siente orgulloso de ti el mundo se vuelve más pequeño
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