viernes, 11 de marzo de 2011
Puedo volver a esa mañana.
Recuerdo andar camino de la estación de Cercanías madrugador, apresurado pero contento. Por aquel entonces estaba trabajando para el Fondo Social Europeo, en labores administrativas de los Cursos de desempleados que cofinanciaba. Era mi primer trabajo tras algunos años de Becario en diferentes sitios y, como Steve Urkel, me esforzaba por mantener mi pequeño record personal de puntualidad en el curro.
Cuando ví aquella marabunta ante mí de policía y trabajadores de Renfe que nos impedían el paso ni llegaba a intuir la cascada que se desencadenaría ese mismo día. Mi primera reacción fue de una pueril ignorancia: llamé al trabajo para disculparme por el retraso y me cagué en la Renfe y sus jodidos retrasos achacándolos a una potencial huelga a traición. Pero ahí empecé a despertar, la voz palida y quebradiza con que mi jefa al otro lado me dijo "No te preocupes corazón, llega cuando puedas. Algo ha pasado." Su tono más que empático era de compasión por algo que yo no sabía y que me asustó. Fue en ese momento cuando empecé a dejar de mirarme el ombligo y comenzar a discernir lo que tenía alrededor. Como yo, centenares de personas esperaban los autobuses que supliesen los Cercanías cariacontecidos y despotricando. Cuando llegó el primero y abrió sus puertas saltó la liebre. Dentro dos soldados totalmente equipados bajaron y de entre nuestra propia cola un chaval con estética de Skin pero con pinganillo y gafas de sol se pusieron a revisar los bajos del autobus. !Buscaban Bombas! Una señora a mi lado se persignó y alguna que otra persona abandonó la fila convencida que no le merecía la pena el viaje que comenzase así. Para cuando el bus se puso en marcha ya se oían cosas del estilo "Han volado Atocha" "Han puestos bombas en los trenes" "Ha sido ETA, Eta ha atentado en la RENFE".
Cuando ví aquella marabunta ante mí de policía y trabajadores de Renfe que nos impedían el paso ni llegaba a intuir la cascada que se desencadenaría ese mismo día. Mi primera reacción fue de una pueril ignorancia: llamé al trabajo para disculparme por el retraso y me cagué en la Renfe y sus jodidos retrasos achacándolos a una potencial huelga a traición. Pero ahí empecé a despertar, la voz palida y quebradiza con que mi jefa al otro lado me dijo "No te preocupes corazón, llega cuando puedas. Algo ha pasado." Su tono más que empático era de compasión por algo que yo no sabía y que me asustó. Fue en ese momento cuando empecé a dejar de mirarme el ombligo y comenzar a discernir lo que tenía alrededor. Como yo, centenares de personas esperaban los autobuses que supliesen los Cercanías cariacontecidos y despotricando. Cuando llegó el primero y abrió sus puertas saltó la liebre. Dentro dos soldados totalmente equipados bajaron y de entre nuestra propia cola un chaval con estética de Skin pero con pinganillo y gafas de sol se pusieron a revisar los bajos del autobus. !Buscaban Bombas! Una señora a mi lado se persignó y alguna que otra persona abandonó la fila convencida que no le merecía la pena el viaje que comenzase así. Para cuando el bus se puso en marcha ya se oían cosas del estilo "Han volado Atocha" "Han puestos bombas en los trenes" "Ha sido ETA, Eta ha atentado en la RENFE".
Recuerdo esos pocos kilometros hasta mi oficina casi parados en la carretera por el colapso y los controles. La radio del vehiculo y los transistores de los pasejeros no dejaban de rugir información: "Se han encontrado varios cadaveres con numerosas capas de ropa interior. Una práctica habitual en los terroristas suicidas islámicos que desean protegerse así para su llegada al paraiso con sus 70 virgenes tras el martirio" o " Israel ofrece a sus especialistas en atentados para esclarecer la autoría" ,"El dispositivo de emergencias ha funcionado de manera ejemplar. Madrid puede estarorgullosos de sus hombres y mujeres. " "Ha habido un desfase entre los detonadores y la llegada al Andén de Atocha que ha salvado muchas vidas". Lo peor eran los recuentos de muertos que no dejaban de subir, a pesar que como se demostraría más tarde por razones psicológicas nos habian dado números falsos a la baja durante todo el día. Yo entonces pensé que gracias a Dios había sido convocada una huelga Universitaria. De no haberse producido con facilidad se hubiera multiplicado por 2 o por 3 el desastre.
Cuando finalmente llegué a nuestros despachos nadie trabajaba todo el mundo estaba colgado de las radios e internet. Todos preguntabamos por todos y si habiamos hablado con los nuestros para cerciorarnos de que nuestra gente estaba a salvo. Yo ya habia contactado con Andromaca , mis padres y mi hermana respiraba más tranquilo a esas horas. Entonces llegó la noticia de que Angela, una compañera de trabajo habia perdido a su mejor amiga en Atocha. Días después supimos que tuvieron que reconocerla por el abono transporte que encontraron entre los restos de carne y ropa pegadas de lo que solía ser ella. Además el padre de un compañero de facultad que pudo escapar de las bombas de Santa Eugenía se hallaba en un vagón tan cercano a la deflagración que perdió todo audición. Con cuentagotas las bombas se hacían presentes a mi alrededor en forma de muertos, heridos o desaparecidos en mi misma oficina. Volví a llamar a los míos, sintiendo el peligro rondar hasta en los huesos y la fragilidad con que aquel día podía envenenarte la vida . Afortunadamente seguían todos bien.
Recuerdo Barcelona donando sangre por toneladas y volviendo a ser hermana de Madrid cuando las cosas se ponen rudas y duelen de verdad.
Recuerdo las llamadas de amigos y familiares de fuera de Madrid angustiados por lo que iban conociendo.
Recuerdo la manifestación posterior y las miles de velas en cada estación de Cercanías.
Recuerdo el miedo al día siguiente al coger el tren y como se desbocaba el corazón cuando pasabas alguna de las tres estaciones "malditas".
Recuerdo todo ese dolor, angustia y sensación de ser devorados por una serpiente que nadie conoce y de la que nadie se quiere encargar de matar.
Hoy y a pesar de los caidos: MADRID SIGUE DE PIE .
Cuando finalmente llegué a nuestros despachos nadie trabajaba todo el mundo estaba colgado de las radios e internet. Todos preguntabamos por todos y si habiamos hablado con los nuestros para cerciorarnos de que nuestra gente estaba a salvo. Yo ya habia contactado con Andromaca , mis padres y mi hermana respiraba más tranquilo a esas horas. Entonces llegó la noticia de que Angela, una compañera de trabajo habia perdido a su mejor amiga en Atocha. Días después supimos que tuvieron que reconocerla por el abono transporte que encontraron entre los restos de carne y ropa pegadas de lo que solía ser ella. Además el padre de un compañero de facultad que pudo escapar de las bombas de Santa Eugenía se hallaba en un vagón tan cercano a la deflagración que perdió todo audición. Con cuentagotas las bombas se hacían presentes a mi alrededor en forma de muertos, heridos o desaparecidos en mi misma oficina. Volví a llamar a los míos, sintiendo el peligro rondar hasta en los huesos y la fragilidad con que aquel día podía envenenarte la vida . Afortunadamente seguían todos bien.
Recuerdo Barcelona donando sangre por toneladas y volviendo a ser hermana de Madrid cuando las cosas se ponen rudas y duelen de verdad.
Recuerdo las llamadas de amigos y familiares de fuera de Madrid angustiados por lo que iban conociendo.
Recuerdo la manifestación posterior y las miles de velas en cada estación de Cercanías.
Recuerdo el miedo al día siguiente al coger el tren y como se desbocaba el corazón cuando pasabas alguna de las tres estaciones "malditas".
Recuerdo todo ese dolor, angustia y sensación de ser devorados por una serpiente que nadie conoce y de la que nadie se quiere encargar de matar.
Hoy y a pesar de los caidos: MADRID SIGUE DE PIE .
12 Comments:
Conmovedor lo que escribes.
Durante toda la mañana en mi trabajo y con la radio puesta no podía para de llorar, tengo dos hijas y solo pensar que podían estar en la estación.
Un bonito homenaje
Un estupendo homenaje.Muy bonito.
Un beso
Gracias por este recuerdo tan impactante que nos afectó de distintas maneras a todos.
Un amigo que iba en uno de los trenes sufrió daños menos graves gracias a que iba leyendo la prensa y esto mitigó los efectos de la honda expansiva.
A mí me pilló trabajando en el IFEMA donde se instaló el tanatorio. Ese día cerramos los puestos, fue horrible.
El dolor total queda en el corazón de las familias de los desaparecidos.
Besos,
Buf... no sabía que te había pillado tan cerca... Aquel día yo estaba en Barcelona de visita, pero ya llevaba un año viviendo en Madrid y acababa de mudarme a otro piso... Recuerdo cómo me despertaron las llamadas de varios amigos, preguntándome dónde estaba. Así que puse la tele y lo vi todo. :(
Triste es el 11-M, triste en la memoria y en el alma. Recuerdo esa mañana de incompresión y dolor. Gran homenaje has hecho con tu post. Salu2
No lo viví tan cerca porque aún hacía vida en Toledo, pero recuerdo que era una sensación muy rara el escuchar las noticas... como si no estuviera pasando aquí...
Yo no puedo imaginarme lo que debió ser eso en primera persona, me sigo estremeciendo al pensarlo y más cuando leo estas cosas.
Gracias, Maeglin.
Yo no me podía creer que fuera algo tan (tristemente) grande, con tanto muerto. Era algo como irreal. Conmovedor el post así que no añadiré nada más.
Un abrazo
Sobrecogedor, a veces tengo la impresión de que nos hemos acostumbrado al 11-M, y fue realmente algo verdaderamente salvaje, ese periodo de tiempo mientras comprobabas que todos tus seres queridos estaban bien debieron ser realmente angustiosos.
A mí me pasa justo al contrario que a tí, pese a vivir en Madrid lo recuerdo todo en clave de telediarios como si hubiera pasado todo muy, muy lejos.
Justo este viernes pensaba en cómo había pasado el tiempo. Yo estaba en casa y mi abuela nos llamó. Entonces encendimos la tele y a partir de ahí todo me parecía tan irreal. Conozco a una persona que iba en uno de los trenes y, gracias a Dios, no le pasó nada. Pero imagino que es una experiencia que difícilmente podrá olvidar.
El viernes tuve que ir justamente a Atocha por la tarde. Iba en el tren hablando con un amigo y cada vez que parábamos en alguna estación de las afectadas aquel día por dentro no podía dejar de pensar en ello. A veces parece que nos acostumbramos a las cosas, pero momentos así te hacen pararte y pensar en aquello que realmente importa.
Gracias por recordarlo.
Eli muchas gracias por tus palabras y por tu esfuerzo para que la memoria de los inocentes siga viva.
Gracias.
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