El agricultor le dirá al universitario que en sus tiempos no todo el mundo era tan señorito de estudiar y querer un puesto sentadito en una oficina, que el trabajo ensucia y que tantos moscones ociosos sobrecualificados son el problema. Que eso es lo que ha traido Europa de los chupatintas: la muerte del campo y así nos va. El empresario al sindicalista que es un dinosaurio del pasado, un liberado-saurus rex concretamente, y que con sus convenios tardo-franquistas lastra la economía y el futuro de todos los españoles.
A pocos pasos el pensionista y el banquero también se acuchillan inmisericordes. "Yo de qué tengo que rescatar a un banco por hacerlo mal, que quiebre y en paz. Si chupais de las ayudas y los impuestos de todos !!No desahucies a nadie, belcebú!!". El banquero no guardará silencio: "La sanidad es tan cara por el abuso de la automedicación de ustedes los pensionistas, antes la gente tenía la beneficiosas costumbre de no pasar de los 70 años. ¿Y el Imserso? no me haga reir dejar un viaje a 200 euros a un prejubilado de Telefónica o de mi mismo banco. ¿Y la ley de dependencia para sus seniles compatriotas? !!Eso si que es el problema Matusalen!!"
Mientrás corriendo en rocambolescos círculos sobre todos ellos , epilépticamente convulso y graznando fuera de sí, el autónomo intenta que alguien entable combate con él: "¿Y de nosotros quien se acuerda? !!Nadie !! Sin Paro y teniendo que repercutir el IVA!! Nosotros somos los verdaderos emprendedores que tanto nombran y nos dejan moriiiiiír... !!Vuestra indiferencia os hace complices !!"
Somos tan buenos en esto de ser cainitas con el de al lado que, estoy seguro que si un segundo universitario se uniese a la gresca se apalearía con el primero a cuenta de cualquier disquisición sobre el sexo de los ángeles. Se calentarían el morro verbalmente con las más coloristas excusas: Que si tu eres de letras que esperabas si no el PARO. Que si tu hiciste la Ingeniería con los impuestos de todos para ahora irte a medrar al REICH de la Merkel. Que si tu eres de Universidad Pública o de Privada. Que si tu de Bostón y yo de California.
Así seguiría este todos contra todos. Estas Micro-guerra civiles entre hermanos separados a razón de la casta laboral.
No tendría fin, sería un bucle infinito de bilis y patadas a la entrepierna de no ser porque recientemente alguien desde fuera ha abierto la puerta. Con un siniestro chirriar de los goznes alguien la abre y se presenta en el campo de batalla. Un hombre gris muy engominado portando una cartera grande bajo el brazo, pasa lentamente a la habitación ante la atenta mirada de todos los contendientes. Viste bien sin duda con buenos trajes, caros aunque siempre dice si le preguntan no recordar donde metío el ticket al comprarlo. Ha llegado un poco tarde pero es que el chofer de su coche oficial no encontraba la dirección. Sonrie de un modo que hiela la sangre, disfrutándo el momento, y mientras limpia sus gafas habla por primera vez:
- Venid hijos míos, los he encontrado. Están todos aquí, vamos sin timidez. Jejeje Han venido sólo unos pocos en representación de todos espero que lo sepais entender, aqui no cabían. Entrad, entrad, ellos son el futuro y quieren deciros algo...Tras él un grupo de personas de toda índole y condición, jovenes y viejos, trajeados y encorbatados o con monos azules de faena, van entrando pesadamente mientras arrastran los pies, y encorvados, cabeza gacha clavan sus miradas al suelo. Impactados y asustados todos, el banquero, el funcionario, el autónomo, el albañil, el agricultor, el pensionista, el universitario, el empresario y el sindicalista retroceden hasta dar con sus espaldas en la pared del fondo de la habitación. Al acabarseles la huida se mirad y en sus rostros ven por primera vez su reflejo en la mirada del otro. Se abrazan, empiezan a entenderlo. Pero ya es tarde... Inexorables el extraño grupo de recien llegados ya están a menos de un metro de distancia. De repente, conducidos por un estímulo eléctrico desconocido, todos se paran y levantan sus cabezas unánimes de modo que por primera vez puede ver su rostro. Las cuencas de sus ojos están hundidas y blancas, sus miradas glaucas y sin rumbo. A una señal del hombre con la Cartera todos alzán bruscamente su brazo en dirección a los hombres que hacían poco peleaban entre sí. Alargan todos un papelito de impresora con un sin fin de fechas serigrafiadas, algunas de ellas ya selladas. Entre gorjeos y gemidos lastimeros comienzan a mugir todos al unísono:
"Ooh Uooohhh... ¿ De qué os queajaaaaaissss Uuuhhh... Vosssoss...Sssschisss Vosostros al menos...Uooohhh al menos teneis un TRABAJOOOOO Oooh"